(Webster, Nesta: «World Revolution: the Plot Against Civilization»)
1) Aniquilación de la monarquía y de todo gobierno organizado según el Antiguo Regimen.
2) Abolición de la propiedad privada para individuos y sociedades.
3) Supresión de los derechos de herencia.
4) Destrucción del concepto de patriotismo y sustitución por un gobierno mundial.
5) Desprestigio y eliminación del concepto de familia clásica.
6) Prohibición de cualquier tipo de religión tradicional.
Dice Paul H. Koch en su libro «Illuminati, la historia de una secta infernal»:
Los Illuminati, o Iluminados de Baviera, fueron fundados en 1776 por Adam Weisthaupt, sacerdote jesuita (eso aclara todo. Otro maldito infiltrado en el catolicismo, como son los jesuitas. Algún día escribiremos el libro: «Jesuitas, la historia de una secta infernal»). Este Weisthaupt fue amigo de Robespierre y del banquero Rothschild (estos dos degenerados son como los Lenin y los Schiff-Kuhn-Loeb del siglo XVIII), lo cual aclara muchas cosas.
Dice Koch que Weisthaupt, para ampliar su organización, infiltró a sus miembros en la masonería, y desde el primer momento contó con el apoyo financiero de Meyer Amschel Rothschild. Este último los financió y hasta congregó en su propia casa en Frankfurt, en 1786, para planificar la Revolución Francesa.
Claro, lógico, por esa razón ni la Revolución Francesa ni la Revolución Bolchevique molestaron a las bancas usureras. Antes, como ahora, los financistas internacionales están detrás de todas las dictaduras y genocidios. Pero ellos no son los verdaderos amos detrás de los presidentes y de los revolucionarios. No, ellos pertenecen al segundo nivel. Detrás de ellos están los verdaderos amos del mundo, la teocracia satánica que quiere imponer la satanización completa del mundo. Y está a un tris de lograrlo.
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