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Etiqueta: hombre dormido

El drama de tres clases de hombres

Por J.H.A.

EL HOMBRE DORMIDO

Está condicionado por sus traumas infantiles, por los lavados de cerebro propiciados en la escuela y a través de diarios y televisión, donde se le indica lo que debe pensar y lo que no debe pensar, y por las hormonas sexuales de su cuerpo. Todo en él es automático, está profundamente esclavizado. Está totalmente dormido. Tal vez se case, tenga hijos, como lo manda su religión sinárquica. Trabajará para su familia, como un buey, «con el sudor de su frente», y tratará de ser «un buen padre» y después «un buen abuelo», y un día se morirá sin dejar un miserable recuerdo en el rebaño humano, «volviendo al polvo de donde fuiste tomado». De vez en cuando los políticos y los medios de comunicación de turno le indicarán por quien votar. También profesará la religión o el ateismo que le hayan indicado. Así, él será siempre una tuerca más en la maquinaria biológica infernal de la Tierra, obra del buen demiurgo. Nada importante puede esperarse de él, como no sea cumplir mansamente, como una hormiga obrera, su destino prefijado por el demiurgo y sus secuaces. No busca ninguna salida, pues no sabe que es un esclavo miserable. Si intuyera que hay una Verdad no querría conocerla, es más, sería capaz de matar o de suicidarse con tal de no conocer la Verdad. Un hombre así no sirve para nada, su vida no tiene valor. Para el demiurgo, un idiota así le es útil. Para nosotros, vivo o muerto es lo mismo. Su vida vale menos que la de un gusano.

EL HOMBRE SEMI-DESPIERTO

Este tipo de hombre se ha despertado un poco, y siente que podría hacer algo para dejar de ser una tuerca o un gusano. No está del todo conforme con su vida y su destino, e intuye que podría haber algo que lo ayude a liberarse o mejorar su situación. Entonces tratará de comenzar una búsqueda de lo que podría saber y hacer, una búsqueda de algo que intuye como muy importante. Y es allí donde se desviará y caerá en cualquiera de las trampas que ya están preparadas para casos como el de él, pues la auténtica Verdad existe, pero al ser esta Verdad algo increado le será muy difícil hallarla en el mundo infernal del demiurgo. El buscará ingresar a una secta o religión y llegar a fondo dentro de ella, con la ilusión de dejar de ser una máquina o un gusano, para lograr la ansiada «evolución» e «inmortalidad» de su alma. Se encontrará entonces con un sinnúmero de sectas y religiones que le parecerán todas diferentes y atractivas, pero que son todas la misma mierda con diferente olor. Y elegirá alguna de ellas de acuerdo a sus condicionamientos psicológicos de siempre y los de su ambiente actual. Con los partidos políticos o con los destinos posibles sucede lo mismo. De esta forma saltará alegremente del aceite para caer en las llamas. Está lejos aún de comprobar que todas las religiones a su alcance han sido puestas allí por los sirvientes del  «Dios Creador» o demiurgo, y que todos esos procesos terminan en las fauces del demiurgo. Porque todas las religiones que este mundo sinárquico ofrece son una sola religión, con el mismo Dios y con el mismo destino: la fusión final del alma con el demiurgo. Lo convencerán de que solo hay un Dios: el demiurgo a quien adorar, y ningún otro. Lo convencerán que solo hay una entidad fuera del cuerpo: el alma, a la cual hay que «purificar» y «perfeccionar», y nada más que el alma. Jamás le hablarán del Dios Incognoscible y del Espíritu Eterno, jamás le ayudarán a despertar y a liberarse, al contrario, lo encadenarán aún más al mundo ilusorio y demencial del demiurgo. Y si tiene suerte y se esfuerza mucho, en vez de ser engullido por el demiurgo, tras su muerte será un «inmortal» más de la satánica Logia Blanca. En este último caso será una tuerca más evolucionada, seguirá viviendo después de la muerte física, como una hormiga obrera del demiurgo, para ser engullido más adelante, en el pralaya, pero su Espíritu se habrá perdido para siempre. Su inmortalidad durará lo que dure el manvantara, pues una cosa es la inmortalidad y otra muy diferente la eternidad. Un hombre extraviado así, habiendo perdido su espíritu para siempre, tiene menos valor que un gusano en el intestino de un perro.

EL HOMBRE DESPIERTO

Lo primero que hay que hacer para despertar es hallar la Gnosis. Sin la Gnosis no hay despertar posible. Y es muy dificil hallar la Gnosis Increada y Eterna en el mundo del demiurgo, creado y efímero, pues el demiurgo se ha ocupado muy bien de evitar en todo lo posible de que este Conocimiento Supremo llegue a los hombres. Es muy difícil hallar la Gnosis en el mundo del demiurgo, pero no es imposible. Gurjieff decía que es tan difícil hallar el conocimiento que nos haga despertar que, si un hombre lo encuentra, bien podemos afirmar que fue debido al azar, a la casualidad. Pero según Nimrod de Rosario, todo hombre que persista desesperadamente en la búsqueda de la Gnosis la encontrará, y no será por casualidad sino por sincronicidad. Ese hombre, a través del esfuerzo por hallar la Gnosis que lo haga despertar, ha propiciado su acercamiento y su posesión. Pero también han sido sembradas varias trampas, por ejemplo, muchas falsas gnosis que nos hagan perder tiempo o extraviar.

Una vez hallada la Gnosis comenzará el proceso paulatino de despertar y transformarse, hasta llegar a la trasmutación final. Cuando el hombre comienza a despertar, es probable que se asuste y crea que se está volviendo loco. Pero no, no se está volviendo loco, loco estaba antes, ahora se está volviendo cuerdo. Ahora se irá dando cuenta que quienes le rodean son los locos, que todo el mundo que lo rodea está loco, y que el inventor y creador de ese mundo es el loco principal.

A través del estudio de la Gnosis, obtendrá el dominio absoluto sobre el sexo y sobre las armas parapsicológicas. Recuperará su Yo Verdadero, el Yo del Espíritu, y doblegará a su alma por completo, espiritualizando todo su ser en la trasmutación. Su Espíritu liberado lo guiará y le dirá qué hacer.

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Lucha contra las dos trinidades satánicas

Triángulo satánico del macrocosmos: el demiurgo, el tiempo y la materia.

Triángulo satánico del microcosmos: el demiurgo, el cuerpo y el alma.

 

Si un hombre dormido logra despertar, lo primero que advertirá será la situación deplorable en que se encuentra.

Su Espíritu es un prisionero del demiurgo y se halla encadenado al alma, y a través del alma al cuerpo. Si quiere dejar de ser un esclavo deberá luchar primero contra el alma y el cuerpo para liberarse de ellos. Si triunfa y se libera podrá desafiar posteriormente al demiurgo y luchar con él frente a frente y vencerlo. Pero primero deberá contemplar la horrible faz del demiurgo: un jabalí gigantesco cubierto de cientos de millones de ojos. Una cosa es describirlo y otra muy diferente vivenciarlo. La mayoría fracasa al intentarlo. La biblia lo dice claramente: “Ningún hombre puede verme y seguir viviendo”. Si en el enfrentamiento cara a cara con el demiurgo tiene éxito, el guerrero habrá logrado la máxima realización que puede lograr un Espíritu que haya sido encarcelado en este infierno satánico.

Vean el siguiente video para tener una idea de cómo será la lucha contra el alma y el cuerpo. Vean las dos trinidades satánicas simbolizadas en los dos grupos de tres hombres cada uno que corren hacia la izquierda y la derecha simultáneamente antes de comenzar la lucha de los gladiadores.

Film: Gladiador

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Magos Blancos y Magos Negros según Herrou Aragón

Tomado del libro “Trabajos Parapsicológicos Infalibles”, edición 2007.

El hombre dormido

El hombre dormido, el hombre esclavo, copia las reglas morales de sus padres y de su propia religión y vive inmerso en la confusión e hipocresía moral de la que hablamos. Él está imposibilitado de elegir libremente, es incapaz de amar u odiar verdaderamente, sólo sabe mentirse a sí mismo y mentirle a los demás, y todo esto lo realiza involuntariamente, sin darse cuenta. No puede tomar las riendas de su destino y a él todo le sucede, no puede modificar nada concientemente, ni para bien ni para mal. Este tipo de hombre caracteriza a la mayoría de la masa humana actual. En él todo acto es mecánico y no posee ningún poder mágico importante. A cada momento comete errores y toma malas decisiones. Hace todo al revés y toda su vida es de dolor. El poco placer que pueda experimentar lo perjudica y esclaviza más que antes, como sucede con los adictos al opio. No hay libertad para el hombre común. La auténtica libertad debe ser conquistada. No se nace con ella, es sólo una lejana posibilidad.
Estamos en la era de Kali-Yuga y cada hombre tiene poco tiempo para despertar y liberarse. Quien desee lograrlo deberá trabajar mucho sobre sí mismo. Sólo hay una manera de despertar a alguien que duerme profundamente: un fuerte ruido cerca de su oído, ¿o acaso podría despertar con una suave y adormecedora música? La verdad no está en los medios ¡La verdad está en el punto donde los extremos se tocan! Todo extremo es bueno para hallar la verdad. Una vez hallada comenzará el verdadero trabajo sobre sí mismo.
Para producir el despertar y la posterior liberación de un hombre, deben utilizarse las mismas motivaciones del hombre dormido, sobre todo las pulsiones sexuales y agresivas, de lo contrario no se logrará nada.
Para despertar a un hombre dormido debe comenzarse por lo que se tiene a mano, por lo que le rodea, por lo inferior e inmediato. Sólo partiendo de sus impulsos y deseos básicos podrá alcanzarse un día la verdadera liberación de su espíritu.
Un hombre común jamás movería un dedo por alcanzar la vida eterna, o por Dios, o el paraíso, o por la salvación de su alma o de su espíritu, o por la inmortalidad. Esto no le importa al hombre dormido, esa no es la manera de motivarlo. Un hombre dormido sólo aceptará sacrificarse y despertar si la recompensa es determinada mujer, o la destrucción de algún enemigo, o una abultada suma de dinero. Con eso y con suerte y esfuerzos, tal vez pueda despertar lo suficiente como para hallar y persistir en el camino de la liberación verdadera. Estas cosas inferiores, le parecerán a un hombre común más atractivas y dignas de esfuerzo que una «eterna vida de gozo a la vera de Dios». Él solo quiere sexo y poder en esta etapa. Por amor o por odio el hombre común es capaz de los mayores esfuerzos. Un hombre dormido jamás aceptará sacrificarse sino para satisfacer los móviles egoístas de su incipiente yo.
Para saber cómo despertar, un hombre dormido necesita un libro. Un libro que le indique lo que debe hacer. Cuando tenga ese conocimiento deberá comenzar inmediatamente, no debe dejar eso para el día siguiente después del desayuno. Su vida es corta y tiene poco tiempo, por eso necesita una «vía rápida».
La mayoría de los libros han sido escritos por hombres dormidos o por hombres que desean adormecer a los demás. Ese tipo de libros sólo puede perjudicar aún más a un hombre. Es necesario seleccionar y actuar rápidamente. Todo libro que haya sido escrito para sacudir y despertar a los hombres, por lo general ya ha sido ocultado o destruído.  Ocultan la verdad para mantener a los hombres en estado de estupidez y sonambulismo. Pero si un hombre dormido pudiera encontrar un texto que le indique la verdad sobre su deplorable estado y qué debe hacer para salvarse, entonces la formidable tarea que tiene por delante sería grandemente facilitada. Esforzándose,  podría situarse en el camino misterioso y prohibido de la liberación de su espíritu.

El mago blanco

Mago blanco es el hombre guiado en todo momento por las pulsiones y designios de su alma. Toda su existencia es una lucha por acercarse cada vez más a Dios, para fusionarse con él. Es o desea ser un agente de Dios en la tierra, para ayudar en la realización de Su Plan. Posee poderes mágicos sobre los mundos inferiores, terrestres y astrales, y los emplea para colaborar en la consecución del Plan Divino sobre la creación. Él ha anulado su yo egoísta, está gobernado por su alma y trabaja mentalmente para los demás y para Dios de acuerdo al Plan. Podrá triunfar en los negocios o en la política si eso beneficia al Plan de Dios.
A la magia con que opera este tipo de hombre se la llama magia blanca, pues está al servicio del alma y del Plan Divino. Su búsqueda está orientada al cumplimiento de los designios del creador y a su fusión final con Él.

El mago negro

Mago negro es el hombre que en lugar de anular su yo egoísta lo ha fortalecido de tal modo que ha logrado independizarse a sí mismo de Dios y su creación. Él no busca fusionarse con Dios sino apartarse de Él. No desea ser desintegrado con la muerte, no desea unirse a su alma y tampoco a Dios. Él lucha por encontrarse y unirse a Sí Mismo, a su espíritu. No desea ser sometido a juicios ni a karmas. No desea colaborar con el plan de Dios sino todo lo contrario: lucha para que ese plan no se lleve a cabo. Él utiliza sus poderes en contra del plan divino, sin experimentar ningún miedo o temor. Conciente de su poder, que es el poder de su espíritu, no le teme a nada ni a nadie. Se opone a la totalidad de preceptos y normas de Dios y solo busca su propia transmutación y su inmortalidad, como entidad separada y única en la eternidad.
Para el mago negro el bien y el mal son algo muy diferente de lo que son para un mago blanco. Felíz con su independencia y alejado de Dios y de sus leyes, él es como Lucifer, libre e individual, capaz de disputarle el poder a Dios.

Dos caminos opuestos

Sólo hay dos caminos para el hombre, y tarde o temprano deberá optar por uno de ellos: el camino del alma hacia su fusión con Dios o el camino del espíritu hacia la separación absoluta de Dios y su creación. El camino del mago blanco o el camino del mago negro. El camino del sometimiento a Dios o el camino de la libertad del espíritu. El camino del no-yo o el camino del Yo. Desintegrar el yo o aumentarlo hasta volverlo único e independiente, capaz de competir con Dios. El primero lleva a «perderse en Dios» y el segundo a liberarse por completo de Él. O con el alma o con el espíritu. O con el Dios creador o contra Él. No hay una tercera posibilidad.
Para un mago blanco, los magos negros están equivocados. Para un mago negro, los magos blancos están dormidos y engañados, marchando felices a su desintegración así como son conducidas las vacas al matadero.
La mayoría de las religiones y técnicas del yoga están al servicio del camino que conduce a Dios. Sólo una minoría valiente y oculta de guerreros gnósticos o tántricos promueve el camino opuesto.

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