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Tantra Kaula : La vía húmeda – Segunda parte

Por Christian C.

En época de ancestrales cultos ofídicos ,la sacerdotisa serpiente iniciadora activaba los sentidos ocultos del adepto mediante la unción alquímica con su propia sangre menstrual, y el contacto íntimo.
Así como antiguas razas de aspecto humanoide presentan extrañas anomalías como la falta de pupilas en los ojos, similar a los reptiles, de igual modo las pupilas de los ojos de la sacerdotisa parecía como si se adaptaran cambiando de forma, al proyectar desde su ojo imágenes ofídicas del origen, que a su vez eran captadas a través del ojo del adepto, activando así su tercer ojo, percibiendo el ultra de las cosas. Este tercer ojo, vinculado directamente al ajña chakra frontal, todavía es visible en algunos reptiles como los lagartos Tuátaras de Nueva Zelanda, aunque con un propósito y funcionalidad ya olvidado.
Una increíble mutación hizo derivar este ojo medial frontal en la glándula pineal…..
También a veces se percibía formas espiraladas en movimiento en los ojos de la sacerdotisa, y el iniciado podía viajar a través de múltiples dimensiones espacio/temporales.
Una forma serpentina en la estructura orgánica del oído comenzaba también a reverberar, percibiendo así acústicamente sonidos de otros planos dimensionales. Y particularmente, dado que la sangre menstrual de la sacerdotisa había ungido la frente (activando la glándula pineal) y otras zonas del cuerpo, esa sangre de la mujer serpiente activaba el recuerdo o memoria de sangre del iniciado, pudiendo entonces entender la lengua de la serpiente.
El signo de la serpiente marcaba así la frente del iniciado, que la sacerdotisa trazaba con su sangre.
El contacto con el cuerpo de la mujer serpiente se traducía en el propio cuerpo como una fuerza eléctrica reverberante, serpentina, recorriendo el cuerpo en todas sus extremidades.
Si a este punto la sacerdotisa mordía con sus colmillos ofídicos al adepto, este experimentaba como un rapto místico, sumiéndose en un estado de conciencia profundo y extradimensional.
La sacerdotisa era percibida como de piel escamosa, por momentos desprendiéndose de alguna capa de piel, para relucir otra más radiante debajo. Sus ojos adquirían un tono verdozo, o negro como cuencas profundas al infinito, y una extraña piedra esmeralda relucía en su frente.
El propio ADN, del adepto, en su forma de doble hélice o caduceo, activaba su parte oculta, referente a memorias y poder ofídico, con capacidades psíquicas mucho más allá de lo humano conocido en la actualidad.
En este viaje dimensional de conciencia, la sacerdotisa a veces dejaba de percibirse como una mujer, y en su lugar se experimentaba una gran serpiente enroscada alrededor del cuerpo, que se deslizaba siseando y recorriendo todo el cuerpo del iniciado.
Por momentos apretándolo entre sus anillos, o lamiéndole , e incluso mordiéndole, experimentando con cada mordida un nivel de trance místico chamánico ofídico cada vez más profundo.
Enroscada a su alrededor, por momentos susurraba en su oído, fonemas en la lengua de la serpiente incomprensibles para cualquier no iniciado ofídico, y así los secretos y misterios más profundos le eran revelados.
Más en otras instancias, se tornaba nuevamente una mujer, que se percibía en un túnel espiralado , expresando una danza ondulante,con mudras ofídicos secretos, mudras que eran expresiones de runas, revelando al iniciado en forma a la vez críptica y consciente, la salida del laberinto de maya….
En medio de esta danza, se desprendía de un tul rojo transparente con muchos pliegues, exactamente igual como una serpiente se desprende de su piel, que dejaban rastros de la ruta o sendero oculto que debía seguirse.
Aunque este tipo de prácticas dejó un rastro en la memoria colectiva bajo la denominación de «prostitución sagrada», su sentido original ofídico se ha perdido o cubierto, y la propia definición de «prostituta sagrada» tampoco es entendida apropiadamente en la actualidad.
La sacerdotisa, como «prostituta sagrada» encarnaba a la Diosa serpiente durante el rito sexual, y como Diosa del adepto, era su Venus personal, o norte luciferino. En tal sentido, «prostituta» remite etimológicamente no a prostituere como se dice habitualmente, significando «exhibir o mostrar», sino que es un término latinizado derivado de Pro-Ishtar, o «la que está delante de Isthar» (Inanna, Ishtar, Astarte, Venus…).
En Babilonia recibían en cambio en la antigüedad, en lengua acadia, el término Kadishtu.
De igual modo la Diosa romana Puta, que regía la poda de árboles, en relación con un antiguo culto agrario del mediterráneo, en su significado esotérico, esta poda era respecto a la estructura ilusoria, que era podada o destruida, mediante los ritos sexuales serpentinos.

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