Por Christian C.
La práctica serpentina tántrica, que se retrotrae a los antiguos cultos de la serpiente atlantes, es realizada entre el adepto y la «mujer Kali!, conocida a veces como mujer Lilith.
El cabello suelto de la sacerdotisa, en forma de largos mechones que semejan a serpientes, así como la esencia o perfume alquímico-serpentino (kalas vegetal) , propician el estímulo necesario en el adepto, la shakti o poder serpentino que es transmitida desde la sacerdotisa , que en esa instancia canaliza o encarna el poder oscuro de la Diosa serpiente, al adepto, siempre en la posición de Viparita rati, en que la mujer Kali se halla sobre el cuerpo del iniciado.
A tal efecto la sacerdotisa realiza invocaciones en la lengua de la serpiente, y puede ser administrado al aspirante a los misterios serpentinos, un enteógeno o incluso elixir o brebaje ,que contenga entre otros componentes alquímicos, sangre menstrual de la sacerdotisa.
El adepto también pudo ser previamente ungido por la sacerdotisa ,en ciertas zonas o puntos del cuerpo, con «esencias serpentinas». o preparados alquímicos, también consagrados a la Gran Serpiente.
Esta postura o posición en que la mujer Kali se halla sobre el iniciado, además de contravenir el coito convencional, y por tanto ser prohibida por la tradición religiosa convencional, permite el empoderamiento a través de la shakti ,así como despertar o activar memorias atávicas del origen, tanto respecto al principio femenino como conducto del poder serpentino primordial, como el reflejo de la propia pareja original perdida.
El movimiento ondulante de la sacerdotisa sobre el cuerpo masculino, es similar a la ondulación o movimiento en zig zag de la serpiente, a la vez que la serpiente fálica penetra en la gruta serpentina, o el nido de serpientes.
El proceso que esta práctica genera es una movilización energética que serpentea a través de los nadis o canales internos, así como el movimiento del rio de sangre astral, que serpentea ahora en sentido inverso, hacia el origen del gran antepasado. En las manifestaciones visibles de este proceso, el cabello de la sacerdotisa es apreciado por el adepto como erizándose, en una clara representación de Medusa, siendo aquí las guedejas serpentinas del cabello, representaciones de las runas, que permiten resignar el contexto axiológico mayásico, y conectar con el lado trascendente del espíritu.
De igual modo estas runas también pueden expresar su poder, expresándose en el vello púbico de la sacerdotisa, siendo aquí las «serpientes» guardianas de la gruta serpentina, hallándose en el umbral de la vagina, puerta de entrada al mundo de los Dioses.
El iris en los ojos de la sacerdotisa presenta una como linea negra, dado que la pupila se dilata en la proyección de su shakti, y esta «linea negra» remite al registro lagarto de los orígenes, deviniendo posteriormente en «cuencas negras», auténticos portales de negrura inmensurable, que conducen al Infinito.
Con distintas variantes, este era el objetivo en algunos cultos gnóstico-tántrico-ofitas, así como en la escuela tántrica Kaula, en que se procuraba transmutar al individuo, de «Shava» o un «cadáver» en un Shiva, o Dios viviente.