Por Christian C.
Debe acotarse que las llamadas piedras de Venus, en las que el iniciado hiperbóreo podía percibir el signo del origen, transmitían efectivamente una imagen concerniente al contexto axiológico de la puerta de Venus, es decir el ámbito hiperbóreo de los reptiles u hombres lagarto.
Más, el símbolo del origen, utilizado por los Siddhas traidores consumar primeramente la reversión del espíritu esfera, y en una segunda instancia el encadenamiento espiritual suscitando un reflejo del Yo infinito como yo perdido, es ciertamente una imagen de Ella, la dama del origen, la compañera eterna del espíritu hiperbóreo, que en el mencionado contexto venusino de los reptiles, es «la mujer serpiente», denominada genéricamente Lilith.
De allí que sean llamadas precisamente «piedras de Venus», ya que además de su origen venusino extraterrestre, tal denominación responde al recuerdo de sangre en la Minne de la Diosa, a quien en el marco de la mitología se conoció entre otros nombres como Venus., No siendo aquí la Diosa del amor, sino ya del A-mort.
Estas piedras se dice también eran esmeraldas, lo cual establece un nexo metafísico reminiscente de la esmerada de la corona del Dios serpiente Lucifer, conocida como el Gral.
Y es que justamente ,la concavidad en que se menciona podía observarse el símbolo del origen, remite a la orientación hacia el origen, signada por lo cóncavo,la orientación hacia Ella, la dama serpiente, adquiriendo así la comprensión noológica de la serpiente, con la que se podría abarcar la comprensión del designio serpiente en este mundo, y así ser libre nuevamente en el origen.
Se dice asimismo que el símbolo del origen se expresa en las 13 más 3 vrunas, que son a su vez una expresión de la lengua de los pájaros., Y conviene recordar, que dicha «lengua de los pájaros» es en su origen , «la lengua de los lagartos», ya que tras el efecto mutador de la llave kalachacra operada por los Siddhas traidores, tras las aves ,se halla el reptil.
En tiempos de la prueba iniciática de la Diosa Pyrena, el iniciado moría realmente al mundo, es decir su lado humano/anímico efectivamente moría, o lo que es lo mismo, quedaba completamente resignado., Tal efecto transmutador se operaba en el Virya mediante la petrificante terrible serpentina mirada de la Gorgona, siendo a partir de entonces quien pasase la prueba, un hombre de piedra!
Un antiguo secreto alquímico asoma aquí, ya que la obtención de la llamada «piedra filosofal, objetivo de la senda alquímica, es desde la comprensión de la sabiduría hiperbórea, la mutación del propio microcosmos , tornándose en un «hombre de piedra».
El vínculo pétreo con lo ofídico, alusivo en este contexto al origen venusino, resulta a esta altura más claro, y no puede dejarse de recordar como en El misterio de Belicena Villca, se establece precisamente esta analogía entre el espíritu y el meñir o piedra, respecto a una experiencia de Noyo de Tharsis :
«Sin dudas, el Noyo había tenido una experiencia maravillosa, pero
ciertamente extraordinaria, fuera de lo común, irregular. Los Dioses Liberadores
hacía miles de años que no se manifestaban a los hombres: desde la Epoca de
los Atlantes Blancos.
–Pues bien, ese día, luego de varias horas de meditación, me quedé
adormecido frente a la Espada Sabia. Ignoro cuánto tiempo permanecí en ese
estado. Recuerdo solamente que un sonido musical fue despertándome, hasta
que distinguí con claridad la Palabra “Tirodinguiburr” modulada en la Lengua
de los Pájaros; coincidentemente, al clavar los ojos en la Espada Sabia, vi a las
Vrunas que forman esa palabra brillando perfectamente nítidas en el centro de la
Piedra de Venus. Mi asombro no tenía límites, como os podéis imaginar, cuando
oí, brotando a mis espaldas, una Voz, dotada de la Majestad del Espíritu Eterno,
que pronunciaba mi nombre. Al volver el rostro me encontré ante un Ser pletórico
de Luz, que me observaba sonriente junto al Angulo Recto de la Caverna
Secreta: comprendí entonces que era El quien proyectaba el Signo Tirodinguiburr
en la Piedra de Venus y procuraba llamar mi atención. Volví rápidamente a
contemplar las Vrunas mas, creedme Hombres de Piedra, que me resultará difícil
comunicar lo que ocurrió en ese instante.
Un prolongado suspiro acompañó las últimas palabras del Noyo. Luego de
un segundo de vacilación, durante el cual el brillo de sus ojos se apagó y la
atención pareció dirigirse hacia adentro, prosiguió con firmeza.
–En ese instante, Caballeros, comprendí el significado del Signo
Tirodinguiburr. Y su comprensión me infundió el Más Alto Grado de la Sabiduría
Hiperbórea. ¡Era el Espíritu Eterno quien se liberaba y aislaba, como nunca
antes, de la Ilusión de las Formas Creadas! ¡Sí, mi propio Espíritu, fijo y plantado,
como un meñir que permanece y se asoma en la corriente temporal del Alma, de
pronto se sostenía en el Origen, en su instancia eterna e infinita! ¡Ya lo sabía
todo! ¡Había regresado al Origen, me había liberado del encadenamiento en la
Materia, y comprendía el por qué de la Caída! ¡De haberlo querido habría podido
partir allí mismo hacia Hiperbórea! «
Posteriormente, en el contexto de la misma historia citada, ocurre en una instancia posterior la manifestación del Siddha Kiev, desde una piedra! Y se sugiere prestar especial atención a la descripción que sea en el texto de como es percibido el capitán Kiev, tras su aparición a partir de la piedra:
«La Torre en cuestión consistía en un recinto cuadrado, construido con
sólidos bloques de granito, cuyos cuatro ángulos estaban perfectamente
alineados con los puntos cardinales. Se había hecho retirar todo el mobiliario a
excepción de tres largos bancos sin respaldo, en los cuales se sentaron los
Hombres de Piedra. La única vela de un candelabro de pared iluminaba
tenuemente el ángulo Oeste. Frente a ese rincón, en el suelo, el Noyo depositó la
diminuta columna de roca: después de orientarla convenientemente se unió a los
Hombres de Piedra.
–He colocado la Piedra en forma semejante a como la hallé en la Caverna
Secreta –dijo–. Ahora sólo nos resta Aguardar y Observar.
Al comienzo nadie notó nada porque el fenómeno se fue produciendo muy
lentamente. Empero, en un momento dado, sin que los Hombres de Piedra
pudiesen determinar cuándo, el vértice del rincón apareció extrañamente
brillante. Entonces todos vieron una línea vertical de luz blanca donde los dos
planos de las paredes se unían en el ángulo recto. Aquella luminosidad cubría
completamente el vértice y causaba la sensación de surgir de una delgada
hendidura, como si las paredes estuviesen separadas por una rendija
infinitesimal, una ventana hacia otro mundo. Pero el vértice de luz era lo que se
veía en relación a las paredes de la torre; porque si se alineaba el vértice con la
Piedra, la imagen cambiaba súbitamente y el fenómeno adquiría su más curioso
carácter: observando de ese modo, la Piedra parecía extrañamente incrustada
en el ángulo recto; mas esa visión duraba sólo un momento, pues enseguida el
ángulo avanzaba hacia adelante y la Piedra se perdía en la línea de luz. Esto
sorprendía; sin embargo, al examinar el vértice de luz en relación a las paredes,
la Piedra aparecía nuevamente donde la había colocado el Noyo.
Como todos estaban contemplando el vértice de luz, todos vieron llegar al
Señor de Venus. Y a nadie escapó que su entrada era el producto de un paso:
el último paso de una marcha que nadie se atrevía a imaginar por qué camino se
había realizado. Sí; el Señor de Venus llegaba caminando, atravesaba el
ángulo recto, y se situaba sobre la Piedra; y ahora dominaba la torre y miraba a
los Hombres de Piedra. El Noyo se puso inmediatamente de pie y anunció:
–¡Damas y Caballeros: os presento al Capitán Kiev!
–¡Gracia y Honor, Sangre de Tharsis! –saludó el Señor de Venus,
expresando con su mano derecha el bala mudra.
–¡Salve, Vale! –contestaron a coro los Hombres de Piedra.
Aquel Ser, de clara apariencia humana, era en verdad resplandeciente: un
halo violáceo se extendía varias pulgadas en torno suyo y permitía apreciar los
detalles de la indumentaria. Esta no podía ser más simple, pues constaba sólo de
tres prendas: una especie de cota de malla fina, escamada, que le cubría la
totalidad del cuerpo a excepción de la cabeza y las manos; un par de botas de
caña corta; y un cinto con hebilla octogonal, sobre la que estaban grabados un
conjunto de signos indescifrables; las tres prendas habían sido elaboradas con
materiales inimaginables. Comparado con los Hombres de Piedra, el Señor de
Venus era un gigante: un codo más alto que los vrunaldinos, quienes se contaban
entre los Caballeros de mayor estatura de Castilla. Tenía el cabello rubio,
bastante corto, y facciones agradables en el rostro, de tez muy pálida. Pero lo
que más impresionaba, pues le otorgaba el indudable aspecto de un ser de otro
mundo, o perteneciente a una Raza desconocida, eran sus ojos carentes de
pupila, sólo compuestos por un iris color verde esmeralda: esos ojos,
desprovistos de expresión humana, testificaban la inquietante evidencia de que la
Historia del hombre ha olvidado algo; algo que quizá sea inevitable recordar en
nuestra Epoca, Dr. Arturo Siegnagel.»
El aspecto reptil citado es claramente apreciable en el relato.
Otra instancia de El misterio de Belicena Villca donde se alude a una piedra de Venus, es en la historia de Nimrod y la princesa Isa., Allí, con el objetivo de canalizar y conducir las corrientes telúricas serpentinas de esa psico-región, la princesa se halla ataviada ritualmente con toda una indumentaria apreciablemente serpentina.
Y asi también, la piedra de Venus que allí se menciona, es una esmeralda trabajada en su estructura, donde se aprecia una cavidad en forma de vagina! Lo cual establece otra correspondencia, como piedra de Venus, con la «Diosa Venus».
Aquí el extracto en cuestión, para no omitir nada y sea leído directamente:
«Al fin la Iniciada detuvo su ligero
paso adelante de la entrada al laberinto y, sin decir palabra, tiró de un cordón y
dejó caer su túnica, quedando completamente desnuda… salvo las joyas. Estas
eran sumamente extrañas: cuatro pulseras de oro serpentiformes, que llevaba
arrolladas una en cada tobillo y una en cada muñeca; un collar semejante a las
pulseras; una tiara tachonada de piedras lechosas y opacas; dos pendientes y
dos anillos serpentiformes y una piedra roja en el ombligo.
De todo el conjunto lo que más impresionaba, por el exquisito diseño y la
habilidad de los orfebres, eran las pulseras. Cada una daba tres vueltas; las de la
pierna y brazo izquierdo con la cola de la serpiente hacia afuera y la chata
cabeza hacia el interior del cuerpo; las pulseras enrolladas en la pierna y brazo
derecho mostraban a la serpiente como “saliendo” del cuerpo; en el collar, la
serpiente apuntaba con su cola hacia la tierra y la cabeza, extrañamente bicéfala
esta vez, quedaba justo bajo la barbilla. Todas las serpientes tenían unas
pequeñas piedras verdes incrustadas en los ojos, y el cuerpo labrado y
esmaltado de vivos colores. Al ver estas maravillosas piezas de orfebrería nadie
habría sospechado que eran en realidad delicados instrumentos para canalizar
energías telúricas. La muchacha es de una belleza que quita el aliento. Se la
puede observar mientras recorre con paso seguro el laberinto, que parece
conocer muy bien pues casi no se distingue el piso, bajo la densa nube de vapor
ectoplasmático. Si llegase a equivocar el camino, si diese con una valla, sería
tomado como un mal augurio y debería suspenderse la operación hasta el
siguiente año. Pero la Iniciada no vacila, tiene abiertos los Mil Ojos de la Sangre y
ve allá abajo, en la base de la Torre, cómo la energía telúrica, cual irresistible
serpiente de fuego, también recorre el laberinto resonante. Y todos confían en
Ella, en la terrible misión que ha emprendido, que comienza allí pero se prolonga
en otros mundos. Confían porque es una Iniciada maga, nacida quinta en una
familia de zahoríes, de sangre tan azul que las venas quedan dibujadas como
árboles tupidos bajo la piel transparente. Todos piensan en ella mientras recorre
el laberinto cantando el himno de Kus.
Los Hierofantes contienen la respiración mientras las esbeltas piernas de
la Iniciada recorren con destreza los últimos tramos del mosaico-laberinto: ya
está por llegar a la “salida”. ¡Ha triunfado!
Pero ese triunfo significa la muerte, según se verá enseguida. Justo al final
del laberinto se halla la columna de piedra y metal adonde refulge con raro brillo
la Esmeralda hiperbórea. La Iniciada se detiene frente a ella y, elevando los ojos
al cielo, asciende los tres peldaños que conducen a la base de la columna, la cual
es de baja estatura pues la Esmeralda apenas llega al nivel del pubis. Cosa
curiosa: la Esmeralda ha sido tallada en forma de vagina, con una hendidura
central, la cual es posible ver pues se halla en la faceta superior, la que se
encuentra enfrentada con el techo del templo.»
En el mismo relato de la historia de Nimrod y la princesa Isa, hay dos menciones que conviene citar, donde se menciona a la serpiente con un sentido demiúrgico (la serpiente de fuego que se debe dominar) y otro hiperbóreo (Isa como «hija de la serpiente de Venus») :
«En Borsippa hemos acampado.
Para construir la Torre más alta del mundo
y domar la Serpiente de Fuego.»
«La Iniciada se hallaba en el mismo sitio, parada frente a la Esmeralda de
Kus, guardando respetuoso silencio mientras sus ojos, bellamente rasgados se
mantenían fijos en el Hierofante.
Este continuó con su monólogo:
Hemos venido aquí a morir luchando
y tú, dulce Princesa
has elegido morir primero
para abrirnos la Puerta del Cielo.
¡Castigaremos a los Demonios
y vengaremos tu muerte, divina Isa,
hija de la Serpiente de Venus! «
En el primer caso, se alude claramente a un poder serpentino demiúrgico, es decir las corrientes telúricas. Y en el segundo caso, ya se refiere directamente a la serpiente, en un contexto luciferino.
Por último, tenemos también que las hiperbóreas piedras de Venus, eran conocidas en tiempos de la desaparecida Atlántida como «transductores atlantes»., Uno de estos transductores, nos dice Nimrod en Historia secreta de la Thulegesellschaft, fue utilizado por la princesa Papan, hermana de Moctezuma, para comunicarse con «el Dios serpiente Quetzalcoatl» (Que es en nivel de significado desde la memoria de sangre, un recuerdo del pueblo Tolteca de Lucifer.)
«Cuando Hernán Cortés llegó a México, según se ha dicho, los aztecas poseían algunas profecías recientes,
entre ellas la de la princesa Papan, hermana de Moctezuma. ¿Cómo había obtenido la Princesa
Papan noticias de la próxima llegada de los conquistadores? Mediante una piedra pulida que le servía de
espejo y con la cual, según decía una tradición tolteca antiquísima, se podía “hablar” con el Dios Serpiente
Quetzacoatl.»
La misma piedra-espejo fue adquirida eventualmente por John Dee, permiténdole asimismo contactar con los Siddhas hiperbóreos.